El hombre es un
ser homeotermo y por tanto mantiene su temperatura dentro de unos límites
normales mediante la termorregulación. La termorregulación es el mecanismo con
el que nuestra temperatura se mantiene constante; ésta tiene lugar en el centro
regulador hipotalámico y podemos distinguir entre la termogénesis o producción
de calor y la termolisis o pérdida calórica del organismo. Así pues, la
termorregulación es el equilibrio entre la termogénesis y la termolosis.
Dicho equilibrio
es importante para la vida ya que con él creamos las condiciones óptimas para
el desarrollo de las funciones metabólicas, entre ellas la síntesis de
proteínas y como consecuencia, el funcionamiento óptimo de las enzimas
(recordamos que éstas están constituidas por proteínas) y la formación de otros
componentes celulares; gracias a todo ello podemos desempeñar nuestras acciones
cotidianas (comer, vestirse, pensar, divertirse...).
Mencionamos que el
ser humano cuando nace es un ser poiquilotermo, ya que su centro
termorregulador es inmaduro y conforme vamos creciendo, el centro
termorregulador madura convirtiéndonos en seres homeotermos.
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